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  • From the Messianic Jewish Alliance of Mexico

EL VERDADERO JUDAISMO(Delante de D-os)


Los hombres y los sabios del pueblo han emitido a través de los siglos miles de opiniones al respecto, la literatura judaica abunda en el tema, sin embargo, quien tiene la opinión verdadera y calificada al respecto es D-os. El es el autor de la vida y del mensaje del judaísmo, y sólo Él puede decir cuál es el verdadero judaísmo, y qué espera del creyente judío. Para eso nos reveló y dejó la Biblia.

Un texto revelado a lo largo de catorce siglos, en el que judíos escogidos por el Señor, desde Moisés hasta Yohanán (Juan): escriben con la guía del Ruach HaKodesh (E.S.) el mensaje divino para Israel. Mensaje que una vez cumplimentado en la persona y obra redentora del Mesías YESHUA, es llevado por nuestros ancestros del judaísmo mesiánico del siglo I al mundo conocido de aquella época. No la “iglesia”, como muchos creen, pues ni siquiera existía (décadas después comenzó a nacer y formarse de manera incipiente, tomando fuerza real y verdadera hasta el siglo IV), puesto que para eso D-os escogió a Israel, para entregarle su mensaje de salvación y, una vez escuchado y entendido éste, llevarlo a los otros pueblos de la Tierra.

Las tradiciones por lo general pueden ser bonitas y populares, incluso espectaculares, pero no necesariamente veraces ni apegadas al texto bíblico. De ahí que siempre debemos recurrir a las Escrituras para ver si las cosas son así, y si es lo que realmente D-os nos ha ordenado y espera que cumplamos. Si ponemos atención al Señor, repetida-mente en su Palabra reprocha a Israel el apartarse de su mensaje, como leemos a través del profeta Oseas: “Le(s) escribí las grandezas de mi ley, y fueron tenidas por cosa extraña” (8:12).

Abundando a través de Jeremías diciéndole a Israel (de todas las épocas) haber perdido el oído espiritual, como también le reclama con dureza el rechazo a su mensaje (la Biblia). En otras palabras, su rebelión espiritual: “He aquí que sus oídos son incircuncisos, y no pueden escuchar; he aquí que la palabra de YHWH les es cosa vergonzosa, no la aman” (6:10).

Si se hiciera a nivel mundial un examen entre todas las corrientes judías (ortodoxos, conservadores, reformados, jasídicos y mesiánicos) acerca del conocimiento personal de la Biblia, es muy probable que la mayoría lo reprobaría o quedaría con muchos vacíos en cuanto al contenido del mensaje y las razones espirituales de éste. Ni qué decir entonces de las doctrinas fundamentales reveladas. Y si no se conoce el mensaje divino, ¿en qué está basada entonces la fe de las personas?

En infinidad de casos la respuesta tiene que ver con la tradición y las costumbres, las que, la mayor de las veces, no tienen nada que ver con la Biblia y lo que D-os espera de TODO SU PUEBLO (ISRAEL). El primer mandamiento ha sido desoído (y en no pocos casos desconocido) a través de los siglos, y nadie mejor que el Mesías YESHUA para expresar cuál es y en qué consiste:

“Yeshua le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente (inteligencia) y con todas tus fuerzas. Este es el primer mandamiento” (Marcos 12:29-30)

¿Cómo puede amar una persona a D-os (en este caso judía), cuando se aman más otras cosas (tradición, personas, familia, posición, dinero, bienes, etcétera)? ¡IMPOSIBLE! El propio Señor lo señaló con absoluta claridad: “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Mat 6:24). D-os no comparte su amor con nadie; o le amamos o no; con él no caben ni las tibiezas ni la indefinición. Y al amar a D-os la persona pone realmente el cimiento de su judaísmo, ya que, de no ser así, podrá haber religiosidad y exterioridades judaicas, ¡pero nada más! Y esas cosas no impresionan al Señor en absoluto.

¡Y cuando el Señor dice ninguno, es ninguno! Que nadie se auto-engañe queriendo decir que su caso es distinto y que D-os es muy especial en su fe, cuando lo cierto, es que otro señor está entronizado en su corazón y el primer mandamiento es letra muerta. Asistir sin falta a la sinagoga, ponernos una kipá, utilizar filacterias o tocar la mezuzá al salir de casa, no nos hace santos ante D-os, ni tampoco verdaderos practicantes del judaísmo; si acaso entre los hombres, que no es lo mismo.

Hace muchos años leí un libro de un cristiano de la época puritana en Inglaterra, en el que con sólida argumentación desnuda este tipo de falsedades religiosas de exterioridades:

“La religión del hombre sincero es el hombre en sí, y no una pantalla tras la que se esconde. La santidad es el producto normal de una naturaleza renovada, y no el crecimiento forzado por el inducido calor del invernáculo… Cuando Dios da una naturaleza nueva a Su pueblo, la vida que procede de dicha naturaleza brota espontáneamente de ella. El hombre cuya religión no forma parte de sí mismo descubrirá con el tiempo su absoluta esterilidad. Quien lleva su piedad como una máscara de carnaval, de tal forma que, cuando llega a su casa, se convierte de santo en salvaje, de ángel en demonio, de Juan en Judas; el tal, repito, sabe muy bien lo que el formalismo y la hipocresía pueden hacer por él, pero carece de todo vestigio de verdadera religión” (C. H. Spurgeon: Ganadores de Hombres, págs. 218-219).

Semejante expresión nos hace recordar al personaje del Tartufo, obra maestra de Moliere. El judaísmo, pues, no es una religión de exterioridades, sino de interioridades, de convicciones espirituales profundas que muestren en las acciones cotidianas que la persona realmente ama a D-os. Que en su modo de entender y vivir la vida, se nota que conoce y ha entendido el mensaje de su Señor y D-os, que al expresar también sus pensamientos para sí y para los demás, queda de manifiesto que se es un judío en el sentido bíblico de la palabra. No olvidemos que judío significa «alabanza a D-os», y las vidas de muchos no tienen nada que ver con este significado. Al contrario: tan solo denotan fanatismo, ignorancia, e incluso hipocresía (en algunos).

El verdadero judaísmo es vida, es expresar con las palabras y las acciones que se conoce realmente a D-os, que su mensaje ha sido entendido y vivido y se tienen las respuestas fundamentales. Que se sabe quién nos creó, para qué, que sabemos qué estamos haciendo, hacia dónde vamos y dónde pasaremos la eternidad. Porqué si no se tienen todas estas respuestas contenidas en el mensaje Divino revelado en la Biblia, y, entendidas por la persona y su diario transitar por el camino establecido por D-os mismo, el judaísmo de la persona muestra un evidente vacío espiritual.

Justo para eso vino el Mesías YESHUA, quien entre muchas otras verdades divinas para el judío (y el gentil también) nos mostró en sí mismo el camino de la salvación eterna implementado por D-os, el cual da forma y sentido al judaísmo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, si no por mí” (Yohanán-Juan 14:6). SHALOM.


El Rabino Manuel Hernández G., es consejero espiritual de la AJMM.
Es abogado y cuenta con Licenciatura y Maestría en Teología.
Email: mahergo1950@gmail.com

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