Casi todos, incluidos muchos cristianos, consideran que el pueblo judío está perdido, tanto en lo espiritual como en lo político. Están totalmente equivocados, pasan por alto la gracia y soberanía de D-os, así como las Sagradas Escrituras, en la cuáles encontramos suficientes palabras proféticas que anuncian a la humanidad toda que el amor de D-os por el pueblo judío es para siempre, que si bien en ciertos momentos de la historia Israel le dio la espalda al Señor y decidió caminar por su propia cuenta, ciertamente les corrigió, incluso con suma dureza, sin embargo nunca ha dejado de amar a su pueblo:
—“Sobre tus muros, oh Jerusalén, he puesto guardas; todo el día y toda la noche no callarán jamás. Los que os acordáis de Jehová, no reposéis, ni le deis tregua, hasta que restablezca a Jerusalén, y la ponga por alabanza en la tierra” (Yeshaya-Isaías 62:6-7)
—“Si me olvidare de ti, oh Jerusalén, pierda mi diestra su destreza. Mi lengua se pegue a mi paladar, si de ti no me acordare; Si no enalteciere a Jerusalén como preferente asunto de mi alegría” (Sal 137:5-6)
Incluso, el propio rabino Shaul (San Pablo) le aclara a la cristiandad: “¿Ha desechado Dios a Israel? En ninguna manera”. Para luego anunciar una profecía y advertencia tanto para la cristiandad como la humanidad entera, respecto del amor y llamado divino para el pueblo judío:
—“Porque no quiero, her-manos, que ignoréis este misterio para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endureci-miento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo Israel se salvará como está escrito” (Rom 11:25-26)
La cuestión es que la ma-yoría de los creyentes nomi-nales, incluso algunos que sí conocen la Escritura, pero que arrastran el pecaminoso fardo del antisemitismo, no consideran la totalidad de la profecía sino solo aquella que les resulta agradable, posición que además de incorrecta y desviarles, les limita espiritualmente o de plano incapacita para entender lo que está sucediendo. Su visión dominada por algún fanatismo político o religioso les impide ser juiciosos y comprender con objetividad la realidad espiritual, perdiéndose de paso de la riqueza que nos ofrecen las Escrituras en la profecía.
Porque si nos ubicamos en la situación y conducta de la humanidad posmoderna, sin atender ni entender la profecía y la gracia del Señor por su remanente (integrado por judíos y cristianos que viven regidos por su Palabra), lo cierto es que no quedaría ya nadie con vida. El juicio Divino tiempo ha ya hubiese ocurrido.
No descubrimos ni decimos nada nuevo al señalar que el pecado en todas sus expresiones domina y esclaviza a la humanidad del siglo 21. Entre violencia, perversiones sexuales, impiedad generalizada y un hedonismo y materialismo sin freno, los seres humanos viven como condenados a muerte dando rienda suelta a sus instintos y pasiones. Aunque de hecho sí son condenados a muerte delante de D-os, a muerte eterna, que no es otra cosa que vivir en un infierno en el que jamás podrán tener acceso a la presencia del Creador, a quien verán una sola vez en su vida, y esto, al morir, pero para ser enjuiciados y enviados a las tinieblas eternas, pues pasan por alto la soberanía de D-os y su justicia (el no admite ni permite la impunidad como los gobiernos humanos).
No que D-os envíe al Infierno a las personas; son las personas quienes al rechazar a D-os y a su Hijo YESHUA deciden vivir eternamente alejadas de él, dándose cuenta demasiado tarde que su soberbia e incredulidad les trai-cionaron, que el enemigo de sus almas les engañó haciéndoles creer que eran ‘inteligentes’ de ‘avanzada’, que la religión era para los ignorantes, pero no para ellos, que podían vivir en rebelión contra D-os y su Palabra revelada.
Semejante engaño lo denunció a mitad del siglo pasado el famoso escritor inglés, C.S. Lewis, quien lo escribe con sarcas-mo en una de sus más famosas obras, en la que un diablo novato es aconsejado por otro experimentado para que haga con mayor eficacia su trabajo de perder las almas: “Tu hombre se ha acostumbrado a tener dentro de su cabeza, bailoteando juntas, una docena de filosofías incompatibles… La jerga, no la argumentación, es tu mejor aliado en la labor de mantenerle apartado de la iglesia (o de la sinagoga) ¡No pierdas el tiempo tratando de hacerle creer que el materialismo es la verdad! Hazle pensar que es poderoso, o sobrio, o valiente, que es la filosofía del futuro. Eso es lo que le importa” (Cartas del Diablo a su sobrino, Edit. Andrés Bello, pág. 25).
Lo cierto, sin embargo, es que siete siglos antes del nacimiento del Mesías YESHUA, el profeta Isaías ya lo había advertido y condenado las perversiones sexuales: “La apariencia de sus rostros testifica contra ellos; porque como Sodoma publican su pecado, no lo disimulan. ¡Ay del alma de ellos! Porque amontonaron mal para sí” (Yeshaya 3:9).
¿Acaso ignoran también que otro de los atributos del Señor es la inmutabilidad? Si D-os no ha intervenido ante tanta perversión y maldad es justamente porque al ser inmutable y haber prometido salvación para su pueblo, espera con amor y misericordia por los que han de creer y arrepentirse, de lo contrario ya hubiera enjuiciado al mundo: “Porque yo Yahwéh no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos” (Malaji-Malaquías 3.&).
Otra cara de este terrible problema, es que la inmensa mayoría confunde la religiosidad y los ritos con la fe de judíos y cristianos, sin concederse jamás el tiempo para buscar a D-os y su verdad revelada (Biblia), que de hacerlo, se podrían enterar y conocer de primera mano el mensaje del Señor para el hombre caído, que lo hemos sido todos desde Adán, lo que impediría el engaño y los malos entendidos, pero sobre todo que nos perdiéramos eternamente. Podrían entender que justo para eso vino el Mesías YESHUA: «¡A buscar y salvar lo que se había perdido!» Y todos lo estábamos.
El fondo de este tema trascendental para toda la humanidad, aunque rechazado por unos y cuestionado por otros, no es que Israel sea mejor o peor que otros pueblos y naciones. No, el fondo de nuestro tema en particular es el amor y la gracia del Señor por el pueblo judío; UN PUEBLO ESCOGIDO PARA SER SU TESTIGO A TODAS LAS NACIONES, LLEVANDO SU MENSAJE Y SU MESÍAS (como lo hicieron los judíos mesiánicos en el primer siglo) PARA RESCATAR A LA HUMANIDAD Y SER RECONCILIADA CON D-OS. Amor y gracia que muchos rechazan a causa de su antisemitismo o de una mala o deformada enseñanza teológica.
Pasan por alto que por medio del Mesías YESHUA, de la casa de David de Judá, D-os el Padre restauró la comunión y relación del hombre caído. Que a través de su sacrificio redentor como cordero sacrificado en la pascua del año 33, el velo del Templo de Jerusalén se rasgó en dos, permitiendo a partir de entonces la entrada del hombre reconciliado espiritualmente con su D-os.
Ya no se requería en adelante de sacrificar más animales, ya que todo el sistema sacrificial apuntaba para este sacrificio único y perfecto, en el que el único justo murió por los injustos, pagando con su sangre inocente la redención de los pecadores de todos los tiempos (que crean y se arrepientan) satisfaciendo así la justicia divina ofendida por nuestros pecados. No podemos olvidar jamás que todos somos pecadores y todos estábamos caídos espiritualmente.
Como ya se dijo, D-os escogió a Israel para traer su mensaje y a su Mesías que nos redimiera y reconciliara con él. Posición divina que Yeshua corrobora estableciendo al pueblo judío como inicio de la reconciliación entre D-os y el hombre caído, como también señala que serían los últimos en entrar en el reino antes de ser cerrada eternamente la entrada a la salvación: “Así, los primeros serán los últimos; y los últimos primeros; porque muchos son llamados, mas pocos los escogidos” (Mat 20:16).
Sirva este artículo de reflexión y salvación para los que no han rendido su vida al Señor, pero también para entender el amor de D-os para el pueblo judío, al que no ha desechado (pues al que rechaza y desecha es al pecado), concluyendo con una profecía en la que con claridad el Señor anuncia su salvación para su pueblo escogido: “Porque yo fortaleceré la casa de Judá, y guardaré la casa de José, y los haré volver; porque de ellos tendré piedad, y serán como si nos los hubiera desechado; porque yo soy Yahwéh su Dios, y los oiré” (Zejaryah-Zacarías 10:6). SHALOM.
El rabino Manuel Hernández G., es consejero espiritual de la AJMM.